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¿Además de arteterapia, haces terapia, Begoña?


Hoy quiero dedicar mi reflexión a esta pregunta que me llega a través de las dudas de quienes se interesan por mi trabajo.


La pregunta en sí, la cual agradezco, hace que algo me mueva por dentro. Por un lado, me entristece de alguna manera el poco valor terapéutico que se le atribuye muchas veces a la arteterapia -los anuncios de la tele y otros medios no suelen ayudar relacionándola casi siempre con "colorear mandalas" para superar el estrés- y, a la vez, esta pregunta me hace comprender lo ajeno que es el mundo de la terapia para la mayoría de las personas, quienes por todo esto terminan necesitando saber si yo hago algo más de lo que toman por "terapia de verdad", es decir, una terapia más basada en el diálogo como se ha hecho tradicionalmente.


La respuesta a esta pregunta es que sí hago "terapia hablada" ¡claro! De hecho, la mayor parte de mi trabajo en las sesiones individuales es hablar y escuchar a la persona que llega a compartirme, hasta donde puede, lo que vive.


¿Qué hago yo entonces con la arteterapia? Aplico técnicas y recursos artísticos en determinados momentos en los que siento que la palabra sólo llevará a la persona a quedarse en su capa más externa, más mental, en la superficie más conocida de sí misma. Entonces, le invito a dibujar, pidiéndole por ejemplo que haga simbólicamente algo: "Si fueras un objeto ¿qué serías en este momento de tu vida?" Y ¡no, no pongo nota por los dibujos, ni por las figuras! De hecho, cuanto más abstractas son las creaciones, más cosas descubrimos luego en ellas ; )


Quizá le invite a plasmar lo que siente y darle forma a través de plastilina, por ejemplo. También hay momentos en los que probar a adoptar un gesto, exagerarlo, puede devolvernos mucha información ajena para nuestra cabeza y muy clara para nuestro cuerpo. Al final, juntos en la sesión nos paramos a ver qué hay detrás de todo lo creado, le damos voz, escuchamos, así la persona es capaz de ponerle conciencia y entenderse mejor: para qué adopto este gesto, qué es lo que intento transmitir cuando frunzo el ceño, cuando me cruzo de brazos... Qué tiene que decir mi enfado que quizá haya quedado representado ese día como una bola roja de plasti con pinchos... Y, desde ahí, volvemos a retomar el diálogo frente a frente.

Así, mi respuesta a si además de arteterapia hago terapia, es un rotundo sí, hago terapia hablando y, si siento que otro recurso puede ayudar a la persona a entenderse mejor, a verse desde ángulos distintos, no tan conocidos, más libres y auténticos, entonces sigo haciendo terapia añadiendo este otro tipo de recursos. Siempre me interesó mezclar vías terapéuticas porque creo que esto hace que las sesiones sean más ricas y los procesos personales más profundos y fructíferos. Por ese motivo, me formé en Terapia Gestalt y Arteterapia Humanista.


Aún así, yo siempre "invito a probar" estas herramientas, nunca obligo a nadie a hacer nada que no quiera, ni a contar más de hasta donde pueda, eso es para mí acompañar a la persona en su camino, en su proceso, ir a su lado y no tirando de ella, alumbrar con un farol y ver juntos lo que hay, sin más, sin interpretar ni juzgar si es bueno o malo, simplemente viendo y acogiendo lo que hay.


¿Y con qué fin hago este trabajo? Para ayudar a la persona a conseguir su independencia, a ser ella misma con todas las letras y encarar la vida con toda su fuerza. Como decía Fritz Perls:


"El proceso terapéutico consiste en pasar de la necesidad de apoyarse en otro a la capacidad de apoyarse en uno mismo".

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